El
mismo día del padre, el mio Ricardo, salí de mi madre, Esperanza. No se
comieron mucho la cabeza, ya que me llamaron Jose Luis, el segundo hijo
de una familia cordobesa liderada por un médico y una profesora de
infantil.
Desde
ese 19 de marzo de 1992, en esa familia se terminó la tranquilidad, ya
que llegó un niño demasiado hiperactivo, hasta el punto de ser
sonámbulo. Para calmar esto, mis padres decidieron que el deporte sería
lo mejor, por lo que empece a nadar. Dió la casualidad de que nadaba
medianamente bien, y comencé a nadar con 8 años hasta los 13 aproximadamente, donde me di cuenta de que lo mio sería el rugby. A
escondidas y ocultando las primeras heridas de mis primeros meses de
entrenamiento, empecé a tener contacto y a atraparme por ese deporte, al
cual se le denomina "juego de bestias jugado por caballeros". Tras
convocarme para el primer partido, puse en conocimiento de mis padres
esa afición desconocida para ellos, y ahí empecé a jugar
de verdad. Así llegaron los primeros partidos, y con ellos la
titularidad en el Club de Rugby Córdoba. Al cumplir los 18, una lesión en la rodilla
derecha, de la que sigo sufriendo las consecuencias, me hizo dejar el
rugby en mi mejor momento.
En
cuanto al tema académico, siempre algo perezoso y habitual en
septiembre y recuperaciones, además de pasar por más de dos, tres,
cuatro y cinco centros, conseguí sacarme el bachillerato, y decidido a estudiar ADE. Esta idea desapareció pronto, por lo
que entre trabajos y demás, pasé, lo que seguramente ha sido y será, el
año más aburrido de mi corta pero intensa vida. Y decidí poner en marcha
alguna posibilidad de futuro, y llegué a Segovia, donde estudio
Publicidad y RRPP.
Entre
mis gustos destaco sobre todo la música, los caballos y viajar a sin
destino alguno y sin planear del todo. La música, llegó a mi con 15
años, en un principio como escusa barata para no estudiar y estar
ocupado, pero más tarde me di cuenta de que se estaba convirtiendo en
algo importante en mi, por lo que empecé a practicar en serio con la
guitarra, y tras horas y horas y algunas horas más, aprendí a tocarla de
manera aceptable. Los caballos siempre han sido mi pasión, y gracias a
un buen amigo, monté por primera vez hace seis años, y desde entonces no
he podido parar de pasear y galopar por el campo a lomos, de lo que yo
considero, el animal más fiel que pueda existir.
Como objetivos en la vida, tengo viajar, viajar y viajar.
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